El tiempo es mío.
La eternidad del Padre frente al convencimiento del Diablo
De cómo los números, el tiempo y la fe se entrelazan en una historia cotidiana.
Un diálogo entre lo mundano y lo eterno que despierta preguntas sobre nuestra percepción de la vida.
Un viaje breve pero profundo que invita a mirar más allá de lo inmediato y a confiar en el amor por encima del convencimiento.
Hace un rato, a las 18:30, estaba conversando con Lila y, al lado, estaba July.
Lila me contó que en la agencia de quiniela al lado de casa un vecino afirmaba que se había perdido la oportunidad de ganar por no haber apostado al 123.
Entonces yo les digo que también estuve pensando en ese número todo el día de ayer y de hoy. ¿Y les expliqué por qué?
Hace un par de días salí a caminar y, de paso, troté un poco.
Volví todo transpirado y me quedé conversando con un tío de Lila; la transpiración se secó en mi espalda.
Cuando eso ocurre, mi cuerpo me muestra sus síntomas.
Así que fui al médico y me dijo que tomara una pastilla cada ocho horas.
Y en el cruce de cálculos y destinos, descubrimos que solo el amor trasciende el tiempo.